Encuentros Monkayistas: Aportaciones desde el confinamiento (Semana 3)





Una semana más de confinamiento y otra semana de Encuentros Monkayistas... De nuevo dar las gracias a tod@s los que hacéis posible que estos días sean más llevaderos. Vuestras colaboraciones son imprescindibles y esta entrada viene repleta de aportaciones e ideas: ¡Gracias!

Comenzamos con una reseña de nuestra compañera Bea Mansilla. Nos recomienda  "El Alquimista", de Paulo Coelho. 

"Es uno de los libros que todo el mundo debería leer alguna vez en la vida y que debería ser libro destacado en las cabeceras de muchas camas. Se trata de un libro muy especial, el cual toca lo más profundo de tu alma, en una historia atrayente y enigmática. A mí me encanto y lo recomiendo 100%.

Trata de un muchacho que va en busca de un sueño que se le repite constantemente, y te sorprenderán las aventuras que corre para conseguirlo y pese a los impedimentos que le pone el camino no cesa en su empeño.

Esta pequeña novela de no más de 100 páginas, la cual el propio Coelho reconoció haberla escrito en menos de dos semanas porque la historia «ya estaba escrita en su alma» dicho por él mismo.

Habla sobre el destino de cada uno y que siempre se puede cumplir un sueño, porque cuando deseas algo de verdad, cuando quieres que algo suceda, el universo entero conspira para que lo consigas." (Bea Mansilla)







Hoy presentamos nueva sección: Fotografías desde el confinamiento. Anímate a buscar un rincón de tu casa y haz una foto a un objeto, a un lugar, algo que has visto a diario pero desde una nueva perspectiva... También puedes enviar lo que ves desde tu ventana o, como ha hecho Ismael Solera, mándanos algo divertido y nos arrancas una sonrisa.


(Fotografía enviada por Ismael)



La familia Lahoz Calvo comparte con nosotr@s estas bonitas composiciones de Bookface.








Y Mamen Pelegrín se ha animado a escribir este Relato Corto que lleva por título "Tú". No dejéis de leerlo...


 

 Un jueves más el mismo recorrido, un jueves más la misma ciudad vacía, los lugares que no tantos días atrás formaban parte de mi rutina diaria, están poblados ahora por el silencio; ese silencio inquebrantable, helador, penetrante; ese silencio que hace temblar el espíritu y que me hace sentir algo inquieta, intranquila, una sensación desconocida que en los últimos días, y en algunas ocasiones, se apodera de mí unos segundos.

 El camino que me lleva a casa de mis padres; ellos a los que adoro y de los que ahora debo estar alejada, por su bien, por el de todos. Ese camino que he recorrido tantas veces en otras circunstancias, cuando mis preocupaciones eran otras o cuando ni siquiera las tenía. Ahora debo ocuparme de ellos, ¡qué paradoja! De quienes han vivido constantemente protegiéndome, enseñándome, acompañándome y queriéndome. Ahora soy yo quien debe tomar las riendas y a veces… siento miedo.

 De repente, tú consigues sacarme de mis pensamientos, consigues que la angustia y la tristeza se diluyan en un momento. Ahí estás, como el último día que salí de tus aguas, como meses atrás, como hace unos años, igual que te vieron aquellos que poblaron esta ciudad mucho antes que nosotros… tú siempre has estado ahí y allí sigues esperando. Esperando que regresemos, que la ciudad vuelva a bullir en su tránsito desesperado de prisas y quehaceres, de gente que va y viene, de los que juegan, de los que ríen, de los que sueñan, de aquellos que se sientan nostálgicos en tus orillas.

 Vida, eso es lo que eres, vida. Y verte me recuerda que volveremos a ser felices, que volveremos a surcar tus aguas, a disfrutar de tu compañía… y de la de los míos, mis amigos, mi gente, esos que han pasado a formar parte de mi vida y que son ya como de mi propia familia. ¡Hemos pasado tantos momentos juntos, tantas experiencias!  Hemos reído, cantado, gritado, soñado, hemos aprendido a navegar contigo y a nadar en no pocas ocasiones. Hemos llorado teniendo siempre el apoyo de quienes se embarcaron junto conmigo en este viaje. Y por eso sé que todo va a salir bien, porque no estamos solos, porque siempre estaremos juntos, aunque ahora nos encierren cuatro paredes. Y porque tú estás ahí y nos sigues esperando, tranquilo, silencioso. Un silencio que conmueve, un silencio de hermandad, de quien respeta el sufrimiento de todos aquellos que jugaban, que reían, que soñaban, y por todos aquellos que no volverán a hacerlo.

 Sigue esperando, ten paciencia; nosotros seguimos luchando tal y como aprendimos en tus aguas. No nos rendiremos, saldremos de esta todos juntos y volveremos a encontrarnos, y todo será como antes o quizás no, porque espero y deseo que esta sea otra enseñanza, que aprendamos a vivir la vida más intensamente si cabe y a querernos, a querernos mucho porque al final, eso es lo único que importa. Y tú, mi querido Ebro, espéranos… nos veremos pronto.



(Texto y fotografía de Mamen Pelegrín Rodrigo)



El pasado miércoles 22 de abril, nos dejaba Marcos Mundstock. Quizá por el nombre no lo reconozcáis en un primer momento, pero si os digo que formaba parte de "Les Luthiers", es seguro que sabréis quien es y una sonrisa os iluminará el rostro. Gracias a él y al resto de los integrantes de este grupo, hemos disfrutado y hemos reído... y nos han hecho pasar momentos inolvidables. Desde aquí nuestro recuerdo y pequeño homenaje.


Ver vídeo de Marcos Mundstock

Canal YouTube de Les Luthiers

Espectáculo completo Todo por que rías 


Y para terminar nuestra entrada de hoy, os dejo esta bonita historia narrada por nuestra monkayista Conchita Calvo. Un historia creada a través de los títulos de los libros... Muchísimas gracias de nuevo a tod@s.
















 

Comentarios

Entradas populares de este blog

La Magia de la Música y el Poder de la Escala Pentatónica

Mirar la vida con Ojos de Niño